LAS BRUJAS DE IMBUED
Hace algún tiempo, por allá en
Imbued, en la loma de El alto, había una señora que era, como dicen
vulgarmente, bruja. Tenía una hija y un tal Jeromo Lagos, se había enamorado de
ella.
Un buen día, el Jeromo le dijo que
bajaran a Imués. Ella no quiso ir y le contestó que no. -mejor te espero por
acá no más, yo no voy-. Está bien- contestó Jeromo- y se fue solo.
En Imués, oyó misa, estuvo un buen
rato en la plaza y luego regresó. Ella fue a encontrarlo, cerca de un puente
que había en el camino. Allí lo esperó.
Cuando la vio llegar, ya de cerca,
se convirtió en una lagartija y se estiró, de largo a largo, en la mitad del
puente, como acostumbran las brujas. Esta también había sido bruja.
Sin asustarse, Jeromo cogió una
vara de santamaría y le dio un buen varazo en la rabadilla. Ella recibió el
fuetazo y dizque dijo: - Ayayay, bruto, no me pegues tan duro- Dicho esto, se
transformó en mujer.
- Ve esta sucia en lo que se mete,
- dijo él-. Luego, la abrazó con el brazo izquierdo y continuaron el camino.
Con la mano derecha, ella que se descuidó y le dio un trancazo en las narices,
tan fuerte que, enseguida, brotó el chorro sangre.
Como él ya habría visto o ya
sabría el secreto, recibió la sangre en la mano y se la tomó, un buen bocado,
todo lo que le alcanzaba la mano. Desde entonces ya nadie pudo hacerle
brujerías.
La novedad fue tan grande, tan
grande, que hasta vino el padre Mera, quien era conocido como un santo. No
tenía sotana, sino un hábito de puro remiendos. Nunca andaba a caballo,
solamente a pie.
Cuando menos pensaron, llegó a la
casa de la bruja. La hizo bajar amarrada a Imués y la encerró, una noche entera,
con una calavera. Al siguiente día, madrugó a ver si la mujer ya estaba arrepentida,
pero cual su sorpresa, que la brujita salía de la sacristía meándose de la
risa.
JUSAVÍ.
Relato oral reconstruido de la
información lograda de ABERTO CORTÉS, de la vereda Imbued de la población de
Imués.
Chapacual, 20 de Mayo del 2014.
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