LA INTEGRIDAD EN EL TRABAJO
Recorrer los caminos diversos
de la vida permite reconocer, en unos lugares mejor que en otros, generalmente
en sociedades, aún donde impere la
cultura de la violencia, incluyente de tantas variantes negativas, portadoras
hasta de individualismos consecuentes con ellas, que desmejoran hasta la
personalidad de los trabajadores en la técnica o la tecnología, amén de
profesionales, en cargos de servicio, pero convertidos en inversión.
No obstante y para satisfacción
de quienes creemos en la humanidad, en la honradez, en la honestidad y en la
honorabilidad del ser humano, naciente de hogares con principios éticos y
morales, existen ciudadanos dignos de plena credibilidad, de reconocimiento
honroso de su labor, cotidianamente demostrada en variadas experiencias de su
existencia. Y por qué no, también traer a colación: “De una rosa nace una
espina y de un espina una flor”. Sería este aforismo la constitución de las
excepciones y, en Colombia, por ejemplo, debe haberlas muchas.
Pero este relato no hace
relación a esas excepciones, las que, desde todo punto de vista, tienen el
derecho al aplauso y a la admiración. De todas maneras, el ciudadano, en el
complejo mundo de culturas sumatorias de las negatividades de un sistema,
también, constituye la expresión de lo excepcional, porque evidente es que, en
cualquiera labor, a todo nivel, se manifiesta el incumplimiento, la falsedad,
la mentira, el engaño, la corrupción contextualizadas en la Cultura de las
múltiples Violencias, del Latrocinio.
De tantos trabajos realizados,
para quien esto expresa, un buen día, es llamado a su taller, a su taller de
Pintura, Soldadura autógena y eléctrica, para la corrección de un mínimo
defecto del vehículo de quien narra. Con anterioridad, Giovanny Yaqueno,
propietario del taller, recibió un carro bastante estropeado, con un
guarda-barro, muy retorcido, el que se había decidido comprar nuevo. Se acordó
el precio del arreglo y, lo más importante, sin pago adelantado, simplemente
porque se trataba del padre del dueño del carrito.
Al llegar al taller, cuál la
sorpresa, ver el golpeado vehículo, totalmente arreglado y no con el
guarda-barro nuevo, sino reconstruido el viejo, manifestación ecuánime de su yo
honorable y honesto.
Muchas persona habíamos tenido
la oportunidad de observar el señorío de GIOVANNY; no actuaba así sólo con sus
amigos o con sus familiares; su política intrínseca a su ser, siempre fue la
del honor, la del cumplimiento, jamás podía incumplir a nadie. Más importante
ha sido su propia satisfacción del deber cumplido, el hombre que quiere lograr
un verdadero “DEBER SER”.
Su temperamento, su carácter,
en una sola palabra, su personalidad, puede entenderse como introvertida,
aislada, muchas veces difícil de entender, para novatos o quienes no lo conocen
suficientemente, pero la realidad es otra. Aplicando un poquito de Psicología,
encontramos en él, el sujeto que no cala en esta sociedad y goza de su propio
ser y de sus creencias reflexivas, que en su mundo ordenado vive.
Valga la pena, al respecto
traer algunas frases para reflexionar: “El servilismo trae amigos, la verdad
odio”; “Yo soy mi prójimo” “Hombre soy; nada humano me es ajeno”, seguramente
de Publio Terencio y retomadas por muchos intelectuales, entre ellos, Karl
Marx, en un diálogo. La mía, quizá de Kant: “Nada de lo que es humano en ti, me
es extraño”.
JUSAVÍ.
Chachagüí, 29 de Noviembre del
2014.