EL GRAN DEBATE DE CARACOL




          EL GRAN DEBATE DE CARACOL.


En la noche de ayer, a las 9pm, se adelantó el muy elemental debate, de uno de los medios informativos de derecha y de ultra-derecha, CARACOL TELEVISIÓN.

Elemental porque, en ningún momento, hizo referencia a álgidas y violentas temáticas, que, cotidianamente destruyen a nuestro hermoso País del Sagrado Corazón de Jesús.

Se limitó, el debate, a hablar de la Paz rural, de la corrupción del pueblo, del miedo del mismo, en las calles de las grandes ciudades, de las cámaras como solución, entre otras nimiedades y sin conocimiento de causa, solamente mediante la información mediática de derecha que tienen, del acontecer de Venezuela que realmente es un sistema que coordina, a como dé lugar, la Paz, en ese luchador pueblo, contra la injerencia y el terrorismo extranjero.

Nada se dijo de la violencia, a todo nivel, que nos destruye. De la violencia de Estado, de la violencia policiva y del ejército, de la violencia religiosa, de la violencia educativa que toca también a la familia. Y, lo  que es peor, de la violencia PARAMILITAR, extendida en todo Colombia y cobijada con variados apelativos, en el contexto de la delincuencia común y, más aún, financiada por la Oligarquía, lacaya del Imperio del Norte, que poco a poco se ha ido apropiando de las tierras del campesino colombiano: de los indígenas, de las negritudes, del pequeño agricultor, quienes surten la comida de los ricos y del pueblo en general.

Muy triste la situación de Colombia, cuyos líderes, capaces sí de cambiar de Modelo de Estado, han sido asesinados. Qué diferente sería nuestra Patria si viviera, por ejemplo, JORGE ELIÉCER GAITÁN. Menos mal que sus ideales viven y los estamos retomando.

Nada se dijo de las causas de toda nuestra violencia. De la carencia de Libertad, de la injusticia social y política, evidenciada en los grandes y de turno politiqueros, quienes corrompen más al pueblo engañado. Se habló de reducir la desigualdad, pero no de la Igualdad, de la Soberanía, penetrada por las grandes Transnacionales. Insisto se plantearon nimiedades que en nada sustentan las tales candidaturas.

Jamás se trajo a colación la prioridad del recurso humano sobre el capital. Quizá consecuente porque, ¿qué más se podría esperar de una empresa que hace parte del Neo-liberalismo y del capital salvaje?

No sobra cuestionar el manejo del idioma especialmente en lo que tiene que ver con el pronombre. Se dijo “el que o los que”, en vez de quién o quienes, por ejemplo.

Sí, muy triste, da la impresión de que piensan que los colombianos todavía somos ingenuos e ignorantes de la mermelada que corre a lo largo y ancho de la Patria.


JULIO ERNESTO SALAS VITERI.
JUSAVÍ.
Chapacual, 24 de Mayo del 2014, 6am.





EL TESORO DEL GALLINAZO




             EL TESORO DEL GALLINAZO


Más arriba de Pilcuán hay una media planada llamada El Tablón, por donde baja la quebrada del Güingal, que cae al río Sapuyes y, un camino viejo, de a pie, por donde caminaban los contrabandistas.

Hace algún tiempo me tocó pasar por ese sector y en todo el hueco de la quebrada, vi una claridad que iluminó toda la zona. Era una luz blanquita, como el día, tanto que pude ver perfectamente el musgo y las pepas caídas de los árboles de Guayacán y, de pronto, esta se apagó.

Yo todavía era un muchacho, tendría tal vez, unos catorce o quince años de edad y, al quedar completamente a oscuras, me quedé parado, sin saber qué hacer. De pronto, nuevamente la claridad que, se iba apagando lentamente.

Allí permanecí largo rato hasta que llegara mi hermano mayor, con quien veníamos de Pasto de dejar contrabando. Enseguida le conté lo que había visto y me dijo que, de los mayores, había oído que por ese lugar estaba enterrado un gran tesoro y que, posiblemente, eso fue lo que ardió.

En épocas anteriores, los dueños de esas tierras habían sido los padres jesuitas y dizque tuvieron allí, en El Tablón,  una casa grande en la que veraneaban y, también, una capilla, bien arreglada.

Cuando los derrotaron, por el afán de salir, escondieron, en ese güilque, todas las cosas de valor: una custodia de oro macizo, los vasos sagrados y unos cajones de plata. Pero la única que conocía esto y el sitio exacto del entierro dizque era una morena de Barbacoas, quien fuera sirvienta de los padres y a su destierro, tuvo que volver a su tierra.

Como para estas cosas nunca faltan los ambiciosos, a algunos les entró la codicia y viajaron a Barbacoas, en busca de la negra para que viniera a mostrarles dónde estaba la guaca. La pobre como estaba muy anciana, no resistió el viaje y se les murió en el camino, pero alcanzó a contarles que estaba en la roca, al pie de la chorrera y que, por más señas, allí había una piedra negra, con figura de gallinazo, que con el pico indicaba el lugar exacto donde estaba el tesoro.

De varias regiones vinieron a buscarla por todas partes, descolgándose con cables y usando varillas de buscar entierros que cuadraban allí, pero nunca han podido sacar el tesoro.

Además, cuando ya empieza a llegar la noche, unos gallinazos pasan graznando y los sacan corriendo a fuerza de aletazos. Seguramente, los padres jesuitas la dejaron encargando a estos.


JUSAVÍ.

Informante: GUILLERMO ZAMBRANO R. de la Vereda Guaracán Chiquito, del Municipio de Ospina.

Chapacual, 22 de Mayo del 2014.

  







EL POTRERO DEL DUENDE




             EL POTRERO DEL DUENDE


A todo ese potrero que queda abajo de la casa, en Guaracán, le llamamos El Duende, porque en el chorro de agua, vivía metido ese diablo.

Yo no creía nada de esto, pero una vez, se me ocurrió bajar a bañarme en ese chorro que había en la parte de arriba de la quebrada, acompañada de las chiquillas.

Allí había hartos animales sueltos y les advertí a las chicas que, mientras me bañaba, cuidaran que los animales no ensucien el agua. Estaba en lo fino del baño y dicho y hecho, el agua empezó a bajar sucia. Llevaba cascajo y pedazos pequeños de muñiga de caballo.

Se me entraron los diablos y las grité y las traté mal por no cuidar y atajarlos para que no entren al agua. Oyendo los gritos, llegaron corriendo, pero por el otro lado, diciendo que ningún animal se había acercado a la quebrada.

Entonces, empecé a pensar que no debía ser otra cosa que ese maldito duende. Salí corriendo a vestirme y, al llegar al lugar donde dejé la ropa, busqué la camisola y nada de hallarla. Otra vez grité, insultando a las muchachas, diciéndoles que me la habían escondido o la dejaron coger de alguna vaca.

Como pude me vestí, sólo con la falda y así salí. Cuando íbamos en la mitad de la cuesta, regreso a mirar y preciso que veo mi camisola, bandereándose con el viento, en la punta de un árbol de pumamaque, bien alto. Quien más sino ese tal duende iba a ser capaz de colocarla allá arriba.

Dizque eso les hacía siempre a quienes iban a bañarse a allí. Yo no les creía, pero por incrédula, ¡tenga!, pero nunca más volví al chorro de agua, menos a bañarme.

JUSAVÍ.

Relato oral logrado de MARÍA DE LOS ÁNGELES DE UNIGARRO,  en la población de Ospina.


Chapacual, 20 de Mayo del 2014.

LAS BRUJAS DE IMBUED




             LAS BRUJAS DE IMBUED



Hace algún tiempo, por allá en Imbued, en la loma de El alto, había una señora que era, como dicen vulgarmente, bruja. Tenía una hija y un tal Jeromo Lagos, se había enamorado de ella.

Un buen día, el Jeromo le dijo que bajaran a Imués. Ella no quiso ir y le contestó que no. -mejor te espero por acá no más, yo no voy-. Está bien- contestó Jeromo- y se fue solo.

En Imués, oyó misa, estuvo un buen rato en la plaza y luego regresó. Ella fue a encontrarlo, cerca de un puente que había en el camino. Allí lo esperó.

Cuando la vio llegar, ya de cerca, se convirtió en una lagartija y se estiró, de largo a largo, en la mitad del puente, como acostumbran las brujas. Esta también había sido bruja.

Sin asustarse, Jeromo cogió una vara de santamaría y le dio un buen varazo en la rabadilla. Ella recibió el fuetazo y dizque dijo: - Ayayay, bruto, no me pegues tan duro- Dicho esto, se transformó en mujer.

- Ve esta sucia en lo que se mete, - dijo él-. Luego, la abrazó con el brazo izquierdo y continuaron el camino. Con la mano derecha, ella que se descuidó y le dio un trancazo en las narices, tan fuerte que, enseguida, brotó el chorro  sangre.

Como él ya habría visto o ya sabría el secreto, recibió la sangre en la mano y se la tomó, un buen bocado, todo lo que le alcanzaba la mano. Desde entonces ya nadie pudo hacerle brujerías.

La novedad fue tan grande, tan grande, que hasta vino el padre Mera, quien era conocido como un santo. No tenía sotana, sino un hábito de puro remiendos. Nunca andaba a caballo, solamente a pie.

Cuando menos pensaron, llegó a la casa de la bruja. La hizo bajar amarrada a Imués y la encerró, una noche entera, con una calavera. Al siguiente día, madrugó a ver si la mujer ya estaba arrepentida, pero cual su sorpresa, que la brujita salía de la sacristía meándose de la risa.  



JUSAVÍ.

Relato oral reconstruido de la información lograda de ABERTO CORTÉS, de la vereda Imbued de la población de Imués.

Chapacual, 20 de Mayo del 2014.



LA CAJA DEL DUENDE.





               LA  CAJA DEL DUENDE




Allí, en todo ese hueco que llamamos “Quebrada honda”, en alguna ocasión, vi que el duende estaba tocando la caja.

Ese día se me hizo muy tarde la sacada de la leche, porque estaba solita, cocinando la comida de los peones. Debían haber sido ya las seis pasaditas cuando llegué a ordeñar la vaca.

Todo estaba nublado. La niebla era cerrada y caía una lluvia menudita, como baba de ternero. Apuré a manear la vaca y solté el ternero que estaba amarrado a la orilla de la quebrada.

Y señor, yo que acabo de soltarlo, vea, pero bien clarito, allí, dentro de la quebrada, sonaba una caja. Entonces recordé que la gente decía que ahí salía el duende.
Se me cayó la sangre a los talones y la vaca empezó a brincar y resoplar hasta que se desmaneó y salió corriendo. Cogí la peroleta y, corriendo cuesta arriba, llegué a la casa sin resuello y sin una gota de leche.


JUSAVÍ.


Reconstrucción del relato oral a partir de la información de MERCEDES REVELO  de la población de Ospina, Nariño.

EL DUENDE DE GUARCHUD




              EL DUENDE DE GUARCHUD



Muy cerca de aquí, se enduendó don Antonio Pasquel, quien ya tenía sus años y siempre fue perseguido por la duende, porque hay duendes varones y duendes hembras.

Abajo en el punto San Miguel, siguiendo la quebrada, en la esquina del potrero, hay una profunda cueva, en la que habita la duende. Allí guarda, amontonados, todos los alimentos  para sus enduendados.

En su cueva tiene muchas porquerías con las que los alimenta. Muñiga de ganado, como si fuera pan; estiércol de caballo, como colaciones; el abono de marrano, son las gelatinas.

Don Antonio, cada vez que la duenda tenía que venir, se fatigaba. Al principio, para defenderlo, se agarraban de él, los hermanos, la mamá y quien más estuviera a su lado. Pero nada era posible para evitar que se lo llevara. La duende arrastraba con todos, desde la casa hasta aquí cerca, en el ojo de agua. Allí había bastante maleza, bejucos largos, matas grandes en los que se atrancaban todos, pero don Antonio no se desprendía de su duenda.

A cada rato se repetía esto. Toda vez que se perdía, sus familiares iban por él. En otras ocasiones, al presentir la cercanía de la duenda, echaban mano de guascas de cerda y  fueteaban a los tirantes en el soberado, para poder asustarla, pero de nada servía, de todos modos se lo llevaba y ellos se apresuraban a traerlo.

Y así vivían permanentemente. Ella llevándoselo y ellos corriendo a traerlo, hasta que un buen día, conocieron, ultimadamente, que para tenerlo más seguro tenían que buscar una nagua del interior de una mujer que estuviera menstruando y frotarlo con ella y colocárselo. Con esa cura ya no se lo llevaba.

Cuando olvidaban hacer el remedio, la duenda aprovechaba y se lo llevaba, metiéndole unas pizas que lo hacían llorar y le decía que era un sucio, un desaseado y que a ella no le gustaban esas cosas.

En ese tiempo, esa la mejor contra, pero más adelante conocieron otra: la de santiguarse o las santiguadas, como las llamaban. Pero la mejor contra, yo que me lo encontré al duende y nunca me pudo llevar, es cantarle así:

Ángel desventurado,
sin alivio ni consuelo,
bien quisieras cantar las glorias,
que cantan los ángeles en el cielo.

Con eso lo mando por donde ha venido  



JUSAVÍ.


Chapacual, El Guabo, 19 de Mayo del 2014.


Relato-Leyenda reconstruido de las informaciones logradas de JOSÉ DOMÍNGUEZ, de la Vereda de Guarchud. 

LOS GAGONES





                       LOS CAGONES



Al compadre Lisandro lo habían seguido de la hacienda del señor Santacruz pa abajo. Allí, en San Miguel, en una curva muy miedosa, andaba enamorando a la comadre Inés Goyes y nosotros vivíamos de la piedra zumba más abajito.

Él estaba bajando bien de noche, cuando más allá, en una curva donde había una cruz, La Cruz de Mayo, (donde mataron al finado Juan Delgado), sintió dos perros que iban por el lado de arriba de la cuneta, uncidos, enredados, rechinando, como arrastrando cadenas y gritando: “CAGUÍN CAGÓN, POR VOS COMPADRE, POR VOS COMADRE”.

A él le llegó un viento helado y más abajo quisieron, también atajarlo. Entonces el compadre Lisandro se regresó y nos contó que abajo andaban los Cagones y no lo dejaban pasar.

Otro cuenta que venía de Imués en un aguacero torrencial y allí, donde está la gruta de la Virgen, en Chirristés, alrededor de las siete de la noche, vio dos animalitos chiquitos, que tenían la figura de unos marranitos, uno encima del otro. Cayeron del potrero de la gruta, a la carretera. Allí pasaron rodando; pasaron a la vía que conduce a Pasto y luego a lo profundo del cañón.

Al ver esto se me enfrió la sangre; parecía que se me agrandaba la cabeza y que el sombrero venía en el aire. Enseguida pensé que eran Los Cagones, resultantes de dos compadres, hombre y mujer, que viven en pecado.

Compadre y comadre están como accidentados, esto es, inconscientes, ruedan a lo profundo y sus almas están en otro tiempo, ellas ruedan por otro lado.

Cuando hay alguien que tenga buen espíritu, potente y teniendo un machete listo, se les da un machetazo por la mitad y, al hacerlo, se puede ver que son los Cagones.

Al otro día, quienes han sufrido el machetazo, amanecen, el hombre con la punta de la ruana o del saco cortado y la mujer lo mismo, en la punta del pañolón. Esto a mí no me consta, pero a los Cagones sí los vi.

Anteriormente, eran muy pomposas las fiestas de la virgen en Imués y nadie se perdía las vísperas. De Guarcochud, bajamos una tracalada grande. A la orilla del camino viejo, había una casa botada, la de don Julio Pantoja, en el partidero  hacia el rincón del Lechero.

Veníamos de Imués ya tarde de la noche. Sentimos un ruido como de rastra, como cueros de  secar trigo y, con mucho miedo, nos  metimos al  corredor de la casa y allí los vimos. Eran un par de gatos que bajaban uncidos, renegando y maldiciendo y siguieron camino abajo. Desde el Parapeto se oían sus gritos y chillidos. Eso pasa cuando están enamorados entre compadres, no eran otra cosa que Los Cagones.

Muchos dicen que  se manifiestan de diferentes modos, siempre como animales, macho y hembra, uncidos. Y que son compadres, que cuando muere uno, viene a molestar al otro, y si han muerto ambos, se encuentran y aparecen, como hemos contado. Generalmente lo hacen en las  noches oscuras y lluviosas. Los dos van por las orillas de los ríos, por las zanjas o por las peñas abajo, siempre gritando, como en vida:   “CAGUÍN CAGÓN, POR VOS COMADRE, POR VOS COMPADRE”, sin dejar vivir tranquilos a sus familiares y a las comunidades, a las que en vida pertenecieron.

Caen de cabeza, boteando a las profundidades  y de ahí ya no se los ve más, a menudo. Sólo estando vivos, molestan bastante. 



JUSAVÍ.

El Guabo, Chapacual, 15 de Mayo del 2014.

Relato Leyenda, reconstruido a partir de informantes de Piedrancha, Ricaurte y de varias veredas de Imués, Departamento de Nariño.


LIDERAZGO






SE HA CORREGIDO "SIMA POR CIMA"

                  LIDERAZGO



Liderar es asumir la verdad ecuánime,
            priorizando el mundo de la humanidad,
es no mentir ni censurar al excluido,
es vitalizar la Ética y la Moral de Jesús,
primer revolucionario de la Historia.

Liderar es ascender la cima de Platón,
hacia la Justicia plena de lo humano,
es caminar los senderos del alter ego,
Marxista y Leninista, fuentes vitalicias,
de Igualdad, de Soberanía a posteriori.

Liderar es no someterse a los soberbios,
Es ser Vox Pópulos de los oprimidos,
defensor incansable de lo positivo,
en el contexto infinito de Pacha Mama.

Liderar es ser humano sólo humano,
es conducir un pueblo hacia la gloria,
de la Democracia continente de justeza,
de armonía, de felicidad y de Paz.




JUSAVÍ,

Chachagüí, 8 de Mayo del 2014.










LA PROCESIÓN DE LA OTRA VIDA




           LA PROCESIÓN DE LA OTRA VIDA


En alguna ocasión tuve que pasar la Semana Santa o la Semana Mayor, como se la llama , en la ciudad de Túquerres, pero por alguna razón, no recuerdo porqué, pero quizás por urgencia grande, imagino que fue, tuve que ir  a Ospina, el viernes en la noche.

En ese entonces no existía aún la carretera y el camino era por la parte de abajo, por el Chota, por un feo y enorme güilque que había. Cuando ya había pasado La Chorrera, vi que, de la iglesia vieja, la que se derrumbó con el terremoto, salían un montón de velas, pero hartas, formando dos hileras, una a la izquierda y otra a la derecha y volteaban por la calle que va al río.

Entonces se me ocurrió que debía ser LA PROCESIÓN DE LA OTRA VIDA y empecé a sentir miedo y pensé en regresar, pero ya no podía. Además recordé que estaba bien confesado y llevaba buenas reliquias. Traía ramitas de arrayán y de romero del monte, con las que arreglaron la iglesia del Señor de los Milagros. Llevaba conmigo, también el rosario y un anillo de acero.

La procesión continuaba hacia el Chota y, quiéralo o no, tenía que encontrármela. Llegué al río, pasé el puente y seguí cuesta arriba; bueno, calculando por dónde tendría que toparme con la extraña procesión, saqué el rosario y como era viernes, inicié a rezar los misterios dolorosos.

Sube y sube y nada de encontrarla. A la mitad de la cuesta, sin ver ya las velas, en medio, por dentro de las dos zanjas, que quedaban al lado y lado del camino, sentía unos ruiditos sobre la hojarasca, como que pisaban, chas, chas, chas y sonaba fuerte. También se sentía una olorosera a cebo. Y no vi más nada.

Y algo más raro todavía, cuando ya terminaba de subir la cuesta, se me ocurrió mirar atrás y, señor, otra vez las dos hileras de velas pasando la Chorrera. Ahora la procesión avanzaba más rápida y estuve mirándola hasta que volteó por esas lomas de Iguá más arriba.

JUSAVÍ.
Chachagüí, 10 de Mayo del 2014.
Informante: Apolinar Ascuntar de Ospina.




EL PÁRAMO DE LA CAMPANA



   EL PÁRAMO DE LA CAMPANA


Refieren los mayores que por allá cerca de esas altas lomas, cerca de Cunchila, pasaban unos recueros, llevando, a lomo de mula, una campana, seguramente para alguna iglesia de Pasto.

Cuentan que por allí fue el camino viejo de viajar al Ecuador y los arrieros que le cuento, venían de Quito, transportando, entre otras cosas, la campana.

Los desfiladeros son enormes y peligrosos. Una de las mulas se cayó y rodó al fondo de la espesa montaña, llevándose también la campana. Ninguno se sintió capaz de bajar y recuperarla. Esto era imposible y ahí se quedó para siempre.

Muchas gentes de la región cuentan que cada año, el viernes santo, a las tres de la tarde, se escucha el tilín, talán, de la campana, recordando que a esa misma hora murió nuestro Señor en el Calvario.

JUSAVÍ.
Chachagüí, 10 de Mayo del 2014.
Informante: Celso Saavedra. Vereda Cunchila de Ospina.

  

LAS ÁNIMAS.




                          LAS ÁNIMAS


Tenga Usted la seguridad de que existen y se aparecen blancas como la nieve. Ellas no le hacen daño a nadie, pero se aparecen en la noche cuando uno menos piensa.

En la época que yo vi una, vivíamos en el Manzano Grande, en Ospina.

Una tarde, después de que me alcé del trabajo, me vine al pueblo y me entretuve con unos amigos, jugando al naipe. Cuando me di cuenta ya era tarde, tal vez las once de la noche. Asustado por la hora, salí corriendo a mi casa.

Para llegar más ligero no cogí por el camino grande y me enderecé por los potreros, pasando por una zanja. Bajé en ella para subir al otro lado. Iba a agarrarme de la raíz de un tronco de arna lulo, que había en ese paso y ahí estaba el ánima bendita, quizás esperándome.

La cabeza se me puso grande y parecía que los pelos se me ponían de punta. Quise regresar o seguir adelante, pero no pude. Ella se movía como para que yo no pudiera seguir, ni para adelante ni para atrás. Yo, estaba muy asustado y no sabía qué hacer. Ella no se movía.

Entonces, con todo el miedo que me mataba, me acordé que había que hablarle y tomando fuerzas y valor le dije: “Por Dios todopoderoso, dime si eres de esta vida o de la otra y qué quieres”. No me contestó y, muy despacio, por un camino que el ganado había hecho en el potrero, por la orilla, se fue sin asentar los pies en el suelo.

Realmente no caminaba, iba moviéndose por el aire. Cuando caí en cuenta de la hora, era porque empezaban a cantar los gallos, era de madrugada y, poco a poco, se perdió. Y la ilusión o lo que fuera desapareció. Por eso puedo afirmar que las ánimas existen.


JUSAVÍ.

Chachagüí, 11 de Mayo del 2014.

Informante: Cecilio Revelo. Municipio de Ospina.

EL GUANDO


                           EL GUANDO



Quizá en muchos pueblos de América Hispánica y por qué no en otros de los varios continentes del Planeta, las costumbres e historias de los territorios imaginarios del género humano, constituyen la riqueza simbólica de la imaginación creadora de sus habitantes. No es equivocado expresar que es mayor que toda la Literatura Académica escrita, a través de los tiempos.

Por fortuna, hoy, es posible inscribir estos contenidos, en el contexto de lo Etno-Literario, disciplina forjada modernamente, para tales fines.

Entre las costumbres de las viejitas es, en todo momento, estar pendientes de la vida del vecindario. Una de tantas, tenía la de permanecer, hasta avanzadas horas de la noche, en la ventana de su alcoba, hacia la calle, observando los amoríos y los oscuros negocios de sus vecinos, enterándose así de lo que habría de contar en las sesiones del chisme.

Una de las tantas noches en la que la viejita aguaitaba los transeúntes, escuchó un lejano rumor de voces, entonando lamentos fúnebres, sin que mediara razón alguna de su origen o procedencia. Con la curiosidad propia de su edad y sin sentir temor, abrió la puerta que daba a la calle y salió a averiguar qué estaba ocurriendo.

Ya en la vía observó un carruaje, acompañado por todos los lados, de misteriosas personas, cubriendo sus cabezas con velos, que no permitían distinguir sus rostros y llevando sendas velas encendidas en sus manos.

A su paso, cantaban místicas premoniciones de dolor y de tristeza, todas dirigidas al insólito carruaje, conductor del supuesto ataúd del extinto personaje.

Más ávida todavía de su natural curiosidad, no pudo evitar preguntar a los dolientes, del porqué del cortejo a esas horas de la noche y en tales circunstancias. No obtuvo respuesta alguna y, en cambio, le fue entregada una de las velas y el sepelio continuó su tenebrosa marcha, dejando atrás a la sorprendida y aturdida viejita.

Al día siguiente, muy temprano, pensando siempre en lo acontecido, bajó al zaguán, donde dejara la vela, que le fuera entregada por el misterioso acompañante del cortejo y cuál sería el terror que sufriera la anciana, al darse cuenta que tal ofrenda, no era otra cosa que una canilla del muerto.

NOTA: Relato reconstruido a partir de varias informaciones obtenidas de antiguos pobladores de la ciudad de Pasto, por el entonces, estudiante de la Universidad de Nariño, EDWIN BELALCÁZAR L.



JUSAVÍ.


Chachagüí, 3 de Mayo del 2014.