El concepto de LITERATURA, a
través de la Historia, ha implicado diferentes variables con el afán de
producir una definición precisa que determine, de una vez por todas, una
acepción que sea diferente de otras formas escriturales u orales para la
expresión de los múltiples conocimientos y diversas lecturas del mundo de lo
real, mas no se ha distinguido suficientemente lo objetivo de lo subjetivo,
primero, como aquello que podemos observar mediante los sentidos en lo que
compete a su materialidad, fundamentalmente, y todo aquello que en nuestro
entorno se manifieste asimismo y, segundo, como esto que se produce en nuestra
interioridad, producto de la imaginación creadora, mas sin romper con el cordón
umbilical que necesariamente nos une a lo real objetivo; y traigo a colación
esta frase, porque, también lo subjetivo, su creatividad constituye un concreto
real. Si observamos los modos de
producción de los objetos reales, que se dan al interior de los mismos, como
diría el distinguido filósofo Karl Marx y los modos de producción de los
concretos de conocimiento, que se dan a través del pensamiento, estamos en el plano
ciertamente de lo real sin ausentarnos, en ningún momento de la capacidad
creadora de este porque es la acción que
permite una plena lectura de lo que llamamos, abstrayendo, la Realidad.
Bien, entonces, podríamos
hablar de los modos de producción simbólica, esto es, la Literatura como una
actitud del pensamiento creador que tiene por objeto la simbolización de la
Realidad, para unos sólo tocante a esa creatividad que en un momento histórico
se denominó CULTA, sin meditar que todo tipo de acción humana, material o no, se
inscribe en la Cultura y, es más, entonces sólo se hablaba de lo escrito, mas
no de lo oral y se planteaba lo verbal sin precisión, en muchos equívocamente.
En este orden de ideas es
posible, también plantear los modos de simbolización de la oralidad de
comunidades en distintos espacios y temáticas: indígenas, negritudes,
campesinos o la ruralidad, costeños, rivereños, citadinos o urbanos, etcétera,
todo aquel ser humano que sin tener una específica formación académica, sí
constituye Culturas en cuyos contextos se desenvuelven múltiples formas de
creación simbolizando la realidad para producir Mitos o Leyendas, Música, coplerías,
adivinanzas, consejas, aforismos, dichos, anécdotas, en fin, una variedad de
contenidos, quizá inocentes, que tienen sentido en sus territorios imaginarios
y, por consiguiente, sus propios reales.
Por ahora la temática que abajo se expone sólo
representa lo Etnoliterario en los espacios de la Literatura en general, sin
que sea necesario plantear lo popular porque todo es popular, pero sí más
específicamente la oralidad, aunque modernamente estas comunidades ya manejan
la escritura, en la Copla, por ejemplo. Su visión del mundo o, mejor, las
lecturas que las Comunidades hacen del mundo, de su entorno, no termina allí y
la Ciencia ya se inmiscuye en estas para establecer objetividades como la
Biología, la Medicina y otros temas, variadísimos, orales y quizá infinitamente
riquísimos como lo es el Cosmos o los inmedibles Universos. Si se quiere, “nada
de lo que es humano en ti me es extraño” como quizá expresó el Filósofo
Emmanuel Kant y es totalmente cierto que cada cuerpo de nuestra naturaleza es
cósmico y consiguientemente susceptible de ser manejado positivamente en pro,
por ejemplo, de su salud.
De otro modo si partimos,
para el análisis, de los niveles de Positividad, reflexionando epistemológicamente,
lograremos especificidades que nos permitirán, cada vez, la formalización de
conceptos y continuar así indefinidamente en la multiplicación de saberes que
siempre serán susceptibles de transformación y de formalización conceptual sin
que esto sea terminal. Así, pienso, es la producción creadora de las varias
Comunidades y así se han desarrollado los discursos en los diferentes frentes
del saber humano: en el Arte, por encima de todo, en la Ideología y en la
Ciencia, sin que en ningún momento podamos hablar de terminación investigativa
sino simplemente de implementación del Saber.
Como ejemplo de esta corta
exposición me he permitido escoger el relato dialogado de La Muerte del Riviel
porque lo considero excepcional. Está acorde con lo que podemos pensar de las
comunidades en sus reflexiones simbólicas, en el espacio de sus territorios
imaginarios porque, si bien, la Leyenda del Riviel es bien conocida y ha sido
estudiada incluso por quien suscribe la investigación, en su Libro “Tras La
Literatura Oral del Pacífico”, Barbacoas, Nariño, la muerte del mismo nos puede
expresar mucho más sentidos de la comunidad ribereña del Río Telembí. En este
contexto quizá encontremos lo UNO de que escribió Nietzsche Frederick, tal vez
en el Nacimiento de La Tragedia. El Ribereño quiere sus fantasmas, sus duendes,
goza con contar sus acciones y goza de las formas de rescate de quienes son
atrapados por él, pero, a la vez, sufre y recrea su muerte y nuevamente goza en
sus relaciones, en las que claramente se observa la conjunción de lo humano y
lo divino, del hombre, Pi Pirucha, apropiándose del Tula, medio de transporte
del Duende Mayor, no obstante su tamaño, El Riviel. Es el ser de la naturaleza
simbólica, siempre igual, inalterable, sin tiempo, pero susceptible de ser destruido
por tener manifestaciones cambiantes, mutables, sometidas a cambios continuos,
quizá hasta la muerte.
P I R U C H
A Y
L A M U E R T E D E L
RI V I E L
(P I R U C H A)
DETALLES:
Informante: JUSTO PASTOR CASTILLO.
Investigador:
JULIO ERNESTO SALAS VITERI.
Fecha de
Investigación: Abril de 1982.
Vereda EL
CARGAZÓN, Río Telembí, Barbacoas, Nariño.
Me conversaron
mis padres que en una ocasión encontraron en la playa del río Telembí un TULA,
poco más o menos, como una pequeña canoíta. En el caserío vivía un tipo que era
muy parrandero. Por ahí cerca habían formado un baile y él quería ir, pero no
tenía en qué.
-
¿Cómo me voy al baile esta noche?, decía. –
Y el baile
sonaba. Lo oía sonar porque no era muy lejo. De pronto encontró el Tula que
siempre podía andar y aguantar un hombre. Lo tomó y se fue. Llegó al baile y se
cuadró a bailar.
Era el Tula de
El Riviel. Y a cierta hora este lo fue a buscar y no lo encontró. Entonces
dijo:
-
¿Qué se hizo mi canoa, carajo!, dónde está mi canoa?-
Y busque la canoa. El Riviel sabía que el tipo
ese era parrandero, se llamaba Pedro y lo apodaban PIRUCHA.
-
Ese bandido de Pirucha, ese se llevó mi canoa,- decía ¡Carajo! ¡Es que a Pirucha lo mato! Yo
lo mato esta noche. Ese se llevó mi canoa.-
Ahí mismo El
Riviel cogió una escopeta y fue a una tienda donde venden pertrechos.
-
Buenas noches, - decía así nomás de lejito.
-
Buenas noches,- ¿aquí venden granate?
¿Granate?. - Noo,
le contestaron.
-
Ahh!, es el plomo, seguramente,- disque dijo uno más antiguo.
-
¿Plomo?
-
Síi, ese, dijo El Riviel.
-
Y ese que suena plúu?
-
Y el plúu, ¿cuál e ese?- ¿No e la pólvora?
-
Sí esa, dijo El Riviel.
-
Y esa que suena páass?-
-
Y esa que suena páas ss?,- eso qué será, - dijo el tipo,
dueño de la tienda-
-
Ahh!!, ¿no e ese e el fulminante?-
-
Sí ese.
-
Cuánto neita de plomo?-
-
Neito veinte peso.
-
¿Y de pólvora?-
-
Do onzas.-
-
¿Y de fulminante?-
-
Un peso.-
Le vendieron
lo que pidió, le empacaron y se fue.Tomó la escopeta, la cargó y bajó muy
campante, por donde había bajado Pirucha. Estuvo aguaitándolo, eso sí siempre
apuntando con su escopeta.
Vió que venía
uno adelante, - Pero ese será Pirucha?- se fijó bonito.
-
No ese no e. Vió venir otro Potrillo.
-
Ese será Pirucha? - No ese no e-.
Hasta que más tarde,
hora si venía Pirucha, Venía: juí, juí, juí, juí, juí, juí, silbando.
Pirucha no
sabía lo que pasaba, venía con su patica en el fondo, bogando. El Riviel
levantó su escopeta, apuntó bien y PLÚUUMM…el tiro fue demasiado fuerte, desbarató
la escopeta y mató El Riviel. Pirucha quedó vivo y así acabó todo.
JULIO ERNESTO
SALAS VITERI.
Chachagüí, 15
de Febrero de 2012.
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