DOS NACIENTES PALMERAS

      

          DOS NACIENTES PALMERAS



Dos palmeras se asomaron a mi ventana,
corría por sus venas la sabia de su belleza,
de casta noble indiscutiblemente, pero plenas,
de encanto, de satisfacción y de armonía.

Conjugaban con su extracto la simbología,
de un pueblo noble, de un pueblo sano,
amante de la belleza del espectáculo libertario,
del ser que impulsa sus encantos soberanos.

Hermosas flores, hermanas de la igualdad,
parte de un jardín de esperanzas, e ilusiones,
sin limosna de la vida, solo con fortaleza unitaria,
complemento de los espacios de la existencia.

En un jardín de azucenas, las preferidas serían,
para abarcar la luminosidad del infinito,
para solear el universo con la belleza de sus encantos,
para no dejar morir la gloria de una Patria soberana.
Adriana Marcela, con la ternura, la sencillez,
Sofía, menor, con los modales, hermosas, juntas,
enmarcan dos ángeles de saberes y de dulzura,
integrando la armonía, la espiritualidad y la bondad.

Conforman senderos inagotables de grandeza,
de riqueza, de poder, de justicia e igualdad,
en los confines inesperados e intrascendentes,
del amor, de la razón, de la imperancia y DEBER SER.



JUSAVÍ,

Chachagüí, 04 de Enero del 2015.

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