NUBARRONES DE DOLOR

                    




                      NUBARRONES DE DOLOR




Desde el inmenso espacio de la vida,
de vez en cuando se tornan sin sendero,
nubarrones cargados de tormenta y de temor,
incidiendo en el ser el reencuentro del dolor.

Horacio cantaba al César en Augusto y Julio,
La impedancia de la tormenta transcendente,
hacia la toma del poder sin el saber del perdón,
confundiendo la sanción y el castigo merecido.

El ser por excelencia fatigado asume excesos,
de las descargas de los inmensos nubarrones,
portadores solo de inconsecuentes dominios,
desfigurando la fortaleza invencible del espíritu.

Es preciso sancionar al ladrón, al asesino culpable,
pero jamás destruir su existencia sin antes precaver,
parámetros posibles de insondables posibilidades,
que cambien su existencia maligna por aciertos dados.

En el humano, solamente humano, como en el infinito,
el transcurrir cotidiano, inclemente o beneficioso,
solo la profundidad insondable de la existencia podrá,
                   entender la imposibilidad de la comprensión del todo.

Conocemos de la tormenta, conocemos el torrencial,
muchos aspectos científicos del conocimiento vivo,
igual del dolor, de  pena, del delito, del error, negación,
pero mejor que nada sabemos y sabremos del PERDÓN.

La Justicia humana perdona, el dios de todos perdona,
jehová, el cruel dios de Israel, también perdona,
la madre siempre perdona, la naturaleza nunca,
pero todos perdonamos ante la justicia sancionatoria.



JUSAVÍ.
Chachagüí, 21 de Diciembre del 2014








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