K I K E





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Definitivamente, ni el colorido de las flores exóticas, de las blancas, amarillas y rojas rosas y claveles multicolores; los florecientes anturios, ni las palmas exigentes de tocar el espacio libre; ni la amplitud de las plantas cultivadas del jardín, nada de lo que la armonía y belleza de nuestros cultivos, podría incidir; ni el aroma de los árboles de jazmín nocturno, ni el verdor de las chilanguas ( hierba condimento) y los platanales de pan coger de la huerta, ni el cultivo cariñoso de las pequeñas avecillas, ni los dulces y largos sueños en los estares de la casa cubiertos por la claridad y calor, a veces del policarbonato; pienso que nada, ni nadie podría internar e interesar el organismo de quien se denominara el famoso KIKE.

El chiquitín culeco de las gallinas ponedoras en la finca de variadas producciones, con una pequeña cicatriz en su rostro hecha por un gallo celoso, el travieso picaresco de los juegos, a veces pesados, con sus hermanos y hasta con sus padres, el correlón de tres añitos quemado en agua hirviendo por su natural curiosidad y travesuras, el adorable chiquillo para los suyos y quienes lo rodeasen.

El bailarín simpático, agradable y jocoso de las fiestas de familia, invadiendo la alegría y las risas de quienes lo observábamos; el alma, tantas veces cómica, de niños y mayores, el goloso de los manjares y curioso por aprender recetas de platos sofisticados: empanadas, tamales y deliciosos dulces. El inapreciable tierno alcahueta de sobrinos y nietos sobrinos, con todas las golosinas que ellos quisieren, el amén de los cuentos tiernos de los niños.

El generoso tío de sus sobrinas en la consecución de sus profesiones, el amante incansable de sus hermanos y cuñadas; él, quien jamás olvidó los cumpleaños, en especial de su hermano mayor, el incomparable esposo, novio y amante de su dulce, tierna y bella compañera.

El Maradona del fútbol en la empresa de  trabajo, a quien no solamente respetaron por su deporte, sino por su labor y por su simpatía inigualable para compañeros y deportistas. Sí, él quien sacrificó largos años de su vida, al retiro de Upjhon, en procura de medios de subsistencia; él, a  quien hasta la guerrilla, ELN, lo estimó y jugó basquetbol, en su retención, sin que mermase su capacidad psíquica y psicológica, es a  él a quien tiene que referir este relato. Él se había ido, quizá definitivamente, de este mundo.

Es a él a quien tuvimos que cremar,  después de una corta enfermedad en Fusagasugá, en la ciudad de Girardot. Su cuerpo dentro de un ataúd y vestido elegantemente, como siempre lo fue, ardió y ascendió en humo blanco como transparente y pura avecilla hasta los confines del infinito cosmos.

JUSAVÍ.

Chachagüí, 11 de Septiembre de 2012.

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