ESPEJO DE VIRTUDES
En
el complejo mundo de tiempos y de espacios,
vibra
profundamente la inapreciable virtualidad,
de
quien en vida de trascendencia incomparable,
constituyera
la Dama del amor y la familiaridad.
Vivió
como viven mujeres de plena personalidad,
intuyendo
sinsabores de una triste humanidad,
comportando
dulzura, ternura, sinceridad y amor,
hacia
la consolidación de extensa familiaridad.
También
encarnó el emblema de la indiferencia,
sin
que esto restase su calidad de excelsa diosa,
diva
de la nobleza ante la injusticia de la ofensa.
Irenita
se llamaba y el eterno le concedió la cuna,
de
las infinitas glorias de quien sólo supo amar
y
continuar la existencia de jamás ser olvidada.
JUSAVÍ.
Chachagüí,
23 de Enero de 2014.
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