LA HUACA (GUACA) DEL PADRE YÉPEZ.




        LA HUACA (GUACA) DEL PADRE YÉPEZ.




En una hacienda llamada “El Hospital”, hace aproximadamente unos 35 años, uno de sus mayordomos vivió una gran experiencia que quiero contársela.

Su primer dueño, el padre Yépez, adquirió esta, dotándola de todas las riquezas habidas y por haber. Por cuanto no tenía familia, cerca de morir, enterró todas sus pertenencias, en tres lugares diferentes.

Con el correr del tiempo, la hacienda fue comprada por unos señores de la ciudad de Pasto, quienes se enteraron de la existencia de la huaca, pero no le dieron importancia.

Una noche los perros ladraban, haciendo un alboroto exagerado que preocupó al mayordomo, quien, de inmediato, salió de casa a observar qué sucedía. Cual su sorpresa al ver un sacerdote quien, debajo de un árbol de capulí, lo llamaba haciéndole señas con la mano.

Estaba vestido con los ornamentos propios de su estado, pero de blanco de la cintura hacia arriba y hacia abajo, totalmente de negro. Fue tal el susto del mayordomo que, lleno de miedo por la visión, se desmayó.

Cuenta, entonces que, en sueños, el cura lo llamaba para mostrarle el lugar donde estaba enterrada la huaca. A la entrada, estaba cubierta por piedras planas; luego seguían dos hileras de adobe, una capa de piedra pequeña y al final, tres olletas de bronce, conteniendo morrocotas.

El padre le advirtió que si decidía sacarla debería ir solo y a las 12pm. en punto, llevando aguardiente y cigarrillos, que él le ayudaría, pero que oyera lo que oyera, sintiera lo que sintiera, no hiciera caso de nada, ni mirara a ningún lado, porque de hacerlo, podría morir.

Al día siguiente, sus parientes, lo encontraron desmayado al pie del capulí. El mayordomo le contó a su esposa lo que le había sucedido y, de común acuerdo, resolvieron ir al lugar señalado del entierro, acompañados de un compadre de su confianza, para que les ayudara.

Los dos hombres, en la noche, a la hora señalada, fueron al lugar y empezaron la excavación. Encontraron la capa de piedra plana, tal como lo había visto en sus sueños y llegaron al adobe. En ese momento, el mayordomo sintió un fuerte fuetazo que lo lanzó al hueco desmayado. Su compadre, muy asustado, corrió a la casa a buscar velas, para poder sacar a su compañero.

Una vez despierto del desmayo, contó que el padre Yépez, al darse cuenta de la desobediencia de lo solicitado y de la ambición del compadre, no les dejaría sacar la huaca y que, además, faltaba poco tiempo para que esta se condenara y ya nadie podría sacarla.

El mayordomo, sin haber podido salir de su susto y de su miedo, muy pronto se ausentó de la hacienda, a trabajar en otra parte y nunca volvió.

Los vecinos cuentan que los dueños y muchas personas, han intentado, hasta el cansancio, encontrar el tesoro, cavando en distintos lugares, sin resultado alguno. Definitivamente, cumpliéndose las advertencias del cura Yépez, la huaca se condenó. 

NOTA.

Relato preparado a partir de informaciones logradas, por estudiantes de la Universidad de Nariño, de pobladores del sur del Departamento, hace varios años.


JUSAVÍ.

Chachagüí, 12 de Abril del 2014.


       


   

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